Ante el inicio de dos de las campañas más importantes por su impacto económico y social en el territorio andaluz, como son las del verdeo en este mes de septiembre, y la del aceite de oliva, a partir de octubre, Cooperativas Agro-Alimentarias de Andalucía alerta de la crítica situación a la que se verá abocada el sector del olivar andaluz, debido a la sequía extrema que padece el campo y a la espiral de precios alcistas en todos los inputs agrarios, con especial incidencia de la energía, que ha subido un 443% en los dos últimos años.
El consumo eléctrico, tanto de almazaras como de industrias aceituneras, se disparará en los próximos meses, al concentrarse la mayor actividad de la campaña. Unos elevados costes que se verán agravados con la baja producción de aceitunas esperada. Y es que si el precio medio del megawatio/hora del 1 de enero al 31 de agosto de 2020 (según Red Eléctrica Española) era de 35,20 euros, en el mismo periodo de 2022, el precio medio se establecía en 191,40 euros.
La situación es muy preocupante en el olivar de almazara. La sequía, junto a la vecería del olivo y las altas temperaturas que se han sucedido desde el mes de mayo, clave para la floración del olivar, ha afectado a la productividad del cultivo, por lo que se prevé una próxima campaña muy corta tanto a nivel regional como nacional.
Así, la federación, a falta del aforo oficial de la Junta de Andalucía, prevé una producción en torno a 700.000 toneladas en Andalucía (frente a 1.151.394 de la campaña actual) y por debajo del millón de toneladas (918.000 toneladas frente a casi 1,5 millones de toneladas producidas en la campaña 2021-2022) a nivel nacional.
En Jaén, principal provincia oleícola regional y nacional, la producción estimada es de 230.000 toneladas frente a las casi 500.000 obtenidas durante la presente campaña, un 117% menos. En Córdoba se estima una producción de 210.000 toneladas (casi 300.000 se produjeron en 2021) y en Sevilla rondará las 100.000 toneladas (139.000 en 2021).
Por tanto, si continúa sin llover, la comunidad andaluza dejará de producir en la campaña 2022-2023 unas 451.394 toneladas de aceite de oliva. Teniendo en cuenta que el precio medio del aceite es de 3,80 euros el kilo (según Poolred a fecha de agosto), supondrá al sector unas pérdidas económicas estimadas, como mínimo, en más de 1.700 millones de euros. Teniendo en cuenta que el 67% del sector productor está representado por las cooperativas agroalimentarias andaluzas, las pérdidas en estas empresas de economía social ascenderían a 1.143 millones de euros.
Estas previsiones, realizadas tras la última reunión sectorial del olivar de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, son “susceptibles de empeorar si continúa sin llover”, por lo que es posible que el aforo de la Junta de Andalucía que, previsiblemente, verá la luz en las próximas semanas, corrija esta estimación a la baja, según señala el presidente sectorial.
“Esta sequía está descontando, día a día, la producción del olivar”, señala el presidente del Consejo Sectorial de Aceite de Oliva de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, Cristóbal Gallego Martínez, que añade que “la gran mayoría de los secanos están prácticamente a cero, sin carga de aceitunas”. En las plantaciones de riego, que son las que pueden aportar mayor cantidad de frutos a la campaña, “debido a las limitaciones en el uso del agua, mucha de la aceituna tiene poco calibre, está arrugada e incluso empezando a ennegrecerse, cuando lo habitual es que su color natural fuese verde, pues en estas fechas el olivo se prepara para la lipogénesis, el proceso en el que la aceituna comienza a transformar los azúcares en aceite”.
“Nos estamos acercando al inicio del otoño y no hay perspectivas de lluvia a corto plazo, lo que nos hace ser muy pesimistas, insiste el representante sectorial, quien alude a que la próxima campaña podría ser un calco de la 2014-2015, “la segunda más baja de la historia”.
Aceituna de mesa
En cuanto al olivar de mesa, la campaña del verdeo también se presenta con una merma productiva respecto a la 2021-2022, motivada por el propio agotamiento de la arboleda tras la cosecha anterior, que fue récord, y por las secuelas del grave déficit hídrico acumulado. A esto se suma que los costes de la recolección manual, así como la falta de mano de obra, hace inviable que se coja la aceituna en muchas explotaciones.
En este sector, las estimaciones apuntan a una producción por encima de 500.000 toneladas a nivel nacional “si llueve algo al comienzo de la campaña”, declara el presidente del Consejo Sectorial de Aceituna de Mesa de la federación, Gabriel Cabello López. No obstante, en el peor de los escenarios, la estimación que se baraja es la de la interprofesional del sector, Interaceituna, de 436.000 toneladas, lo que supone casi un 34% menos respecto a la campaña 2021-2022, donde se alcanzó una cosecha de 659.000 toneladas de aceitunas de mesa.
No obstante, el stock de enlace de la campaña actual, por encima de las 400.000 toneladas, aliviará en gran parte las tensiones comerciales y evitará mayores desequilibrios ante el descenso de la cosecha.
Otros factores adversos
La incidencia de la sequía en la próxima cosecha llega, además, en un momento muy crítico para los productores de aceite de oliva y de aceituna, sumamente afectados por el alza del precio de los inputs, en especial de la energía eléctrica pero también de los carburantes como el gasóleo y de los fitosanitarios.
“Los trabajos de riego y los tratamientos que precisan los olivos cuestan más que nunca, y estos costes no se verán compensados con una corta producción”, subraya Cristóbal Gallego, que avisa de la repercusión directa que tendrá en el sector. No en vano, son 372 las cooperativas agroalimentarias andaluzas que viven del olivar (aceite y aceituna de mesa), empresas que aportaron en 2021 un negocio de más de 3.200 millones de euros.
Ante este escenario, la federación de cooperativas demanda apoyo y ayudas al sector, como la reducción de la fiscalidad de carburantes, energía eléctrica, abonos y fitosanitarios. Además, exige que el agua sea una prioridad, pues la mejor manera de apostar por el desarrollo rural es llevando el agua al campo y a la agricultura. En este sentido, la federación apuesta por una política hídrica con más infraestructuras para garantizar que el agua llegue por igual a todos los territorios.